miércoles, 6 de noviembre de 2013

No oyes a los perros ladrar de Juan Rulfo

Reseña de “No  oyes a los perros ladrar” de Juan Rulfo
Esta historia por Juan Rulfo es otro de la colección del llano en llamas, empieza por un señor ya de gran edad que está cargando a su hijo, en la luz de la luna. Aunque no es porque se estén divirtiendo, es porque se encuentra herido. Porque el entro a una vida de malos pasos, robando y asesinando. También comento que hasta la persona que lo bautizo corrió mala suerte al toparse una noche con él.
El padre le comenta que lo que él está haciendo no es porque le tiene afección, es porque si su madre ya difunta hubiera visto a su hijo herido, sin ningún apoyo y su único familiar lo deja en el camino. Le explica que este es el último signo de amistad que será dado para el de su padre. Y así se olvidaría de él lo dejaría en otro pueblo al que nunca volvería.
Luego le dijo el padre al hijo que si al menos podría tratar de escuchar a los perros ladrar porque él estaba concentrado. Y un poco después llegó al pueblo y el padre exclamo: “¿No oyes a los perros ladrar, ni con eso me pudiste ayudar?”
Quiero agregar una observación (casi improbable), si los que están leyendo este blog leyeron el último blog que hice de Diles que no me maten de  Juan Rulfo, yo puedo observar que en este cuento se encuentra el hijo que ahora que es un asesino y ladrón necesitara volver a encontrar una forma de vivir, que tal si roba un poco de ganado y se hace un rancho y se desarrolla la historia de Diles que no me maten. Es probable, algo para reflexionar.


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