Reseña de “No oyes a los perros ladrar” de Juan Rulfo

Esta historia por Juan Rulfo es otro de la colección
del llano en llamas, empieza por un señor ya de gran edad que está cargando a
su hijo, en la luz de la luna. Aunque no es porque se estén divirtiendo, es porque
se encuentra herido. Porque el entro a una vida de malos pasos, robando y
asesinando. También comento que hasta la persona que lo bautizo corrió mala
suerte al toparse una noche con él.
El padre le comenta que lo que él está
haciendo no es porque le tiene afección, es porque si su madre ya difunta
hubiera visto a su hijo herido, sin ningún apoyo y su único familiar lo deja en
el camino. Le explica que este es el último signo de amistad que será dado para
el de su padre. Y así se olvidaría de él lo dejaría en otro pueblo al que nunca
volvería.
Luego le dijo el padre al hijo que si al menos
podría tratar de escuchar a los perros ladrar porque él estaba concentrado. Y
un poco después llegó al pueblo y el padre exclamo: “¿No oyes a los perros
ladrar, ni con eso me pudiste ayudar?”
Quiero agregar una observación (casi
improbable), si los que están leyendo este blog leyeron el último blog que hice
de Diles que no me maten de Juan Rulfo,
yo puedo observar que en este cuento se encuentra el hijo que ahora que es un
asesino y ladrón necesitara volver a encontrar una forma de vivir, que tal si
roba un poco de ganado y se hace un rancho y se desarrolla la historia de Diles
que no me maten. Es probable, algo para reflexionar.
muchas gracias
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